reseña de "Tres luces" de Claire Keegan
La historia que fue en busca de su autora: Tres luces
“Las historias ya existen y van en busca de autores que quieran y logren expresarlas en palabras”. Esta reflexión, en palabras de Claire Keegan en una entrevista realizada por Oprah a principios de año, caracterizó el nacimiento de los cuentos “Tres luces” y “Pequeñas cosas como estas”, los cuales han sido llevados a la pantalla cinematográfica bajo los títulos de “The quiet girl” en 2022 y “Small things like these” en 2024.
Tres luces es un relato ingenuo, narrado por una niña que, en la Irlanda de los años ‘80, es llevada a la casa de sus parientes los Kinsella para que la cuiden, debido a que el avanzado embarazo de su madre y las precarias condiciones económicas de la familia dificultan su estadía en su propio hogar.
Una casa sin secretos y sin vergüenza. La incertidumbre y el miedo son algunas de las emociones que siente la niña, cuyo nombre no sabemos, al conocer a la pareja con la que iba a pasar esa temporada. A pesar de ser una casa sin secretos, si hay uno, el cual es causante del dolor que portan los Kinsella día a día, y que, debido a la inocencia e ingenuidad de la niña, no se explicita.
Gracias a las palabras de Keegan podemos casi palpar la calidez de la casa, el aroma de la tarta de ruibarbo que Ms. Kinsella preparó y la corriente de aire fresco que ingresa por la puerta, que la niña percibe apenas ingresa a la casa, y es por eso que también son los únicos elementos que nosotros, los lectores, somos capaces de experimentar.
Mrs. Kinsella la baña con más cantidad de agua y le saca la mugre de debajo de las uñas con unas pincitas, a diferencia de su madre, quien hasta a veces la obliga a compartir el agua con sus hermanos. Mrs. Kinsella, a pesar de que la niña sí se orina en la cama durante la primera noche, pretende como si se tratara de humedad del colchón, quitándole importancia al asunto. Mrs. Kinsella sienta a la niña en su regazo, acariciando sus pies descalzos, y le limpia la cera de los oídos con una horquilla para el pelo. Una casa no solo sin secretos y sin vergüenza, sino también una casa de ternura y afecto.
Con el paso del tiempo se va dando lugar a una calma rutina y cotidianeidad, a pesar de que la niña sigue esperando que algo pase y que, de cierta manera, se acabe la tranquilidad. Pero esto no pasa.
“Kinsella me lleva de la mano. Apenas me la agarra, me doy cuenta de que mi padre jamás me agarro la mano y una parte de mi quiere que Kinsella me deje ir para no sentir eso”
Tres luces es un cuento en donde el amor y la dulzura traspasan las páginas y se alojan en cada uno de sus lectores. Un cuento en donde la sencillez y la empatía se ven reflejadas en cada uno de sus personajes. Un cuento en donde la comprensión y el cariño se expresan en cada sonrisa, en cada apretón de manos y en cada caricia por parte de los Kinsella. El amor, la dulzura, la sencillez, la empatía, la comprensión y el cariño son experiencias afectivas que eran lejanas a la vida cotidiana de la niña, pero que ahora las vive, las siente y las disfruta día a día.
Pasé una tarde leyendo “Tres Luces”. Lo devoré con rapidez, como si la historia me absorbiera y yo no quisiera resistirme. Tanto yo como todos sus lectores, fuimos testigos de cómo una niña, quien pertenece a una familia en donde el amor no es primordial, pasa a vivir en un hogar en donde el aprecio es esencial. La simpleza del cuento lo volvió un verdadero placer de lectura. Es por eso que lo volvería a leer, y recomendaría su lectura a todos, siendo que su calidez y su dulzura se contagian a través de cada página.
FUENTE: https://www.youtube.com/watch?v=3es0rg9_amQ&t=1s
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